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lunes, 15 de abril de 2013

EL SONERO MAYOR ?????


A partir de la década de 1970, el ambiente musical boricua experimentó una serie de cambios que podríamos catalogar de drásticos. Entonces eran muy frecuentes los casos de orquestas, conjuntos y solistas que desarrollaban sus actividades artísticas de manera, digamos, más o menos exitosa, sin necesidad de tener un disco en el mercado.
Hoy día, cualquier artista sin grabaciones, sencillamente, no existe en el panorama. Y son incontables los casos en que la pérdida o carencia de un contrato discográfico ha marcado el fin de agrupaciones que, en determinados momentos, disfrutaron el favor popular.
Antes la historia era distinta. Recordamos, por ejemplo, que la simpar Lucy Fabery “La Muñeca de Chocolate” – quien acaba de retornar al candelero con el magnífico álbum Humberto Ramírez presenta Divinamente… Lucy Fabery – ya había sido aclamada por los asiduos al exclusivo Voodoo Room del Hotel Normandie y paseaba su talento por escenarios de Nueva York, Cuba – debutó en el consagratorio Tropicana en 1955 –, Ecuador y Perú antes de registrar sus primeras grabaciones en La Habana, bajo la etiqueta Panart y la dirección de Julio Gutiérrez en 1956.
El recién fallecido su orquesta, cuando grabó sus primeras cuatro piezas para el álbum Lo mejor de Quito Vélez, Los Montemar y Tommy Olivencia, editado por el sello USA Records en 1960. Incluso, poco antes de grabar su primer Long Playing, Trucutú, bajo su propia etiqueta Tioly (1962), su banda, que Pedro “Pichín” Román Collazo – propietario de WVOZ AM, primera radioemisora salsera en el mundo – bautizara como La Primerísima, fue la seleccionada para reemplazar a Cortijo y Su Combo, que había caído en desgracia por el encarcelamiento de su vocalista estrella Ismael Rivera, en el programa Fiesta musical del mediodía, que emitía WKAQ Radio desde su anfiteatro en Miramar.

Precisamente Cortijo y su sensacional colectivo también desarrollaba una halagadora e intensa actividad musical desde su surgimiento como conjunto de planta del salón La Riviera en abril de 1954… sin todavía contar con un disco. De hecho, ya se habían colado no sólo en la referida audición radial, sino también en el estelar espacio La Taberna India, de Telemundo. Naturalmente, tanta exposición les significaba constantes contratos para amenizar bailes y espectáculos de fiestas patronales.
También le valió a Cortijo y Su Combo la selección para acompañar al ya consagrado cantante cubano Benny Moré “El Bárbaro del Ritmo” (1919-1963) – el más venerado por sus compatriotas –, traído por el empresario Tony Chiroldes para agotar una temporada de actuaciones en nuestro País que se prolongó de abril a julio de 1956. Fue durante aquellas fechas que aquel portento de intérprete estampó a “Maelo” el calificativo de “El Sonero Mayor” con que lo identificarían los salseros de la mata.

Pero este capítulo en la vida de quien sigue siendo el más admirado de nuestros cantantes guapachosos encierra algunos pormenores que, al hacerle honor a la historia, no deben pasar inadvertidos. Un detalle que debe quedar establecido desde el principio es el hecho de que, entre sus allegados, Benny era notable por su tendencia a la adulación. Solía ser muy generoso a la hora de halagar a sus amigos para hacerlos sentir bien y, en algunos casos, para ganarse la confianza de otros. Tal parece que ése fue su caso con Ismael Rivera. Porque, para entonces, éste no era sonero. Hasta aquellas fechas, sólo había grabado cuatro piezas con la Orquesta Panamericana de Lito Peña, entre ellas la plena El charlatán (de Toñín Romero), que fue su primer éxito. Los primeros registros fonográficos con Cortijo y Su Combo se realizarían aquel mismo año, pero entre los meses de septiembre y octubre. El primer Long Playing, Invites You to Dance se editaría ya avanzado 1957. Y el grueso del contenido era conformado por bombas y plenas. Así, pues, ¿de dónde Benny se sacó eso de “Sonero Mayor” para nuestro compatriota? Seguramente, en aquel momento hubiera sido más atinado llamado ”El Plenero Mayor” o “El Bombero Mayor”… si lo hubiera permitido el inmenso don Rafael Cepeda Atiles (1910-1987).
Ahhh… pero existe otro dato que es poco conocido por los boricuas. Resulta que, ya para 1950, Benny Moré le había estampado el mismo calificativo de “El Sonero Mayor” al veterano Abelardo Barroso (n. y m. en La Habana, 21 de septiembre de 1905 – 27 de septiembre de 1972), virtuoso de este género que había desfilado por los más estelares sextetos y septetos soneros desde la década de 1920. Debido a que éste cayó en un largo período de inactividad – de hecho, trabajó en los muelles habaneros hasta que, hacia 1954, retomó su carrera incorporándose a la Orquesta Sensación –, no explotó comercialmente este apelativo. Claro: durante los últimos años, la EGREM y varios sellos europeos han lanzado varias recopilaciones de su repertorio identificándolo como “El original Sonero Mayor» y como “El Sonero Mayor de Cuba”.
Poco después de cumplir sus compromisos y regresar a La Habana, Benny bautizó a otro compatriota suyo como “El Sonero Mayor”. Esta vez se trató de Miguelito Cuní (n. en Pinar del Río, 8 de mayo de 1920 – m. en La Habana, 3 de marzo de 1984), quien sí sacó partido a tan rimbombante título. Cronistas de la época aseguran que tal deferencia no fue más que una manera elegante de despedir a quien era segundo vocalista de su Súper Orquesta Gigante – a la que él llamaba “La Tribu”–, porque eran “dos jueyes machos en la misma cueva”. Cuní, quien había cimentado su bien merecido cartel como vocalista de Félix Chappotín y Sus Estrellas Cubanas, fue “El Sonero Mayor” que conocieron varias generaciones de cubanos y en muchas de las carátulas de sus discos se le identifica como tal.

Otro dato que llama poderosamente nuestra atención es el hecho de que a Ismael Rivera no se le identifica con ese apelativo en las carátulas originales de los álbumes que grabó con Rafael Cortijo. Su nombre acompañado del mismo empezó a aparecer en recopilaciones editadas después de 1970 y en las promociones de su etapa frente a Los Cachimbos.
De todas maneras, ya para estos tiempos, “Maelo”se había adentrado en los secretos del soneo, era una súperestrella de la salsa y un verdadero maestro en la exposición de todos los ritmos caribeños. Desde el calypso, la guaracha y el oriza, hasta el romántico bolero en su estilo más antillano. Quién sabe: tal vez además de halagar a su nuevo amigo, Benny visualizó en él a un cantante destinado a la leyenda. De haber sido así, no se equivocó. Porque, tanto en Puerto Rico como en otras tierras donde la salsa es reina, nadie pone en duda sus merecimientos como genuino “Sonero Mayor”.
Otro dato para el récord de los salsómanos: en varias recopilaciones editadas durante años recientes por la EGREM de Cuba y otras etiquetas de España, a Benny Moré también se le identifica como “El Sonero Mayor”.
  
El autor es miembro de la Fundación Nacional para la Cultura Popular.





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