Era alrededor de las 4:30 AM de la madrugada, del 28 de Mayo 1986; todos dormíamos. Para ese entonces mis hijos y yo vivíamos en casa de mis padres. Había decidido mudarme a State College, PA y todo estaba planificado para irnos en Junio 4. Lugar que ha sido mi albergue desde ese tiempo.
A esa hora escucho que alguien llama con voz insistente y desesperante que solo yo escuche: !Toño, Toño!, llaman a mi papa. Cuando vi que era un policía con mis dedos en la boca le hice señas para silenciarlo en lo que me acercaba. No quería despertar a mis padres, ni a mis hijos, ni a mi hermano Rafi hasta saber el por qué de su llamado. Obviamente, a esa hora un policía llamando, no era buena noticia.
Cuando abro la puerta y salgo al balcón me pregunta: aquí vive la familia Ledee verdad? Si, ¿qué sucede por favor? El policía, de quien me reservo el nombre, me pregunto que si conocía a Alberto Antonio Ledee. Con el corazón no se donde le conteste positivamente. No puedo jamás quitarme de la memoria la manera poco humana como el ingrato me informó lo ocurrido. Me hace una seña, de esas que se hace cuando alguien va a la guillotina, pasándose el dedo por su cuello me confirmo lo que no quería saber. Al preguntarle dígame que paso? Entonces me dijo que Tonito había tenido un accidente fatal cerca del Monumento del Jibaro. Temblorosamente, le di las “gracias” y le pedí que se fuera.
Entré al cuarto de mis Padres y los veo dormidos y digo: !Dios mío! en ese momento se despertaron todos porque no pude contenerme. Le dije a papi… y corriendo salió para el Cuartel de la Policía porque no podía, ni quería creer lo cierto. El cuartel nos queda bien cerca y cuando miro hacia el Cuartel buscándolo viene gritando desgarrado del dolor y dando puños a la verja del Residencial Modesto Cintrón, imagino en negación a lo que le aseguraron había ocurrido. En ese momento mi madre gritaba, pero no sabía quién exactamente había muerto, pensó que era otra persona, cuando todo quedo confirmado nuestros corazones al unísono se expresaron sin miedo y a pulmón abierto. ¿Por qué no fui yo? ¿Por que El? Que siempre lo consideramos el mejor de todos. Preguntas que surgen ante sucesos y en momentos como estos.
Llamamos a Papo Lucas y a Don Quique, Guillo Droing, Cuco Moret y a otras personas y fue horrible. Tome las llaves del carro y me fui a decirle a Anita, su esposa, en la Extensión La Carmen (Villa Estaca). Con todo este acontecimiento, pensé… Dios mío como decirle; ella esperaba su tercer hijo (el cuarto de Tonito) con más de 6 meses de embarazo. Había pasado una hora cuando llegué. Estaba en el sillón del balcón de su humilde casita. Meciéndose y con tremendo coraje, lo esperaba por su tardanza no acostumbrada. Nosotras las mujeres somos así y me incluyo. casadas con músicos a veces las inseguridades se apoderan.
Cuando me vio gritando me pregunto qué pasó. Con palabras y detalles que no puedo contar ahora, ella se enteró de lo sucedido, se enteró el pueblo de Salinas, y todos los que le conocían. Horas más tarde mi amado hermano Rafi fue con alguien más a identificar el cadáver, dicen que fue espantoso. Sin más detalles, solo les digo que se quedó dormido, extenuado luego de tocar tres noches consecutivas. El sueño lo venció y cuando regresaba de cantar con La Sonora Ponceña de una de esas noches de graduación, impacto a un truck de plataforma quedando atrapado en su interior.
Su voz quedo en silencio pero el eco y su recuerdo perdura en nosotros siempre. No sé cuántos de ustedes le conocieron, pero fue un ser humano lindo , genuino con un corazón enorme y humilde… El dia del entierro el dolor se hizo eco de mi alma en aquel ambiente funesto, mi mano temblorosa escribió para su duelo… lo que comparto:
Suceden en la vida del hombre cosas inesperadas. Solo la gracia del Creador nos dota de grandes dones para enfrentarlas y madurar, para aceptarlas y entenderlas por la fe inmensa que tenemos en ese ser supremo que llamamos Dios. Es sensible el hombre ante el dolor por su naturaleza humana pero como las estaciones pertenecen al tiempo, como el surco pertenece a la tierra, así la muerte pertenece a la vida.
Es triste saber que aquellos que amamos nos dejan; más cuando nuestros oídos ensordecen, nuestra voz enmudece y nuestros ojos cerrados ante el sueño de la muerte no pueden ver. No lloremos porque así el espíritu se glorifica y eso es hermoso. La grandeza divina, por legado de nuestra historia cristiana, es ser hombre de principios y así fuiste. Si por nuestro inmenso amor y sensibilidad nos delata la tristeza y el dolor que nos consume y por tu ausencia física nos vieras llorar, permite que lloremos: si el cielo también llora y las lágrimas purifican cuando vienen del alma.
Allá donde te encuentras se que el eco de tu voz angelical entona al compás del pentagrama celestial el ritmo de tu música sonora. Toñito, recibe el aplauso más efusivo con la ovación más prolongada.
Att : Maritza Ledee Rivera Mayo 28, 1986